La concentración: en La Marina. El verdadero inicio del pasacalles, con una hora de retraso, en la plaza de la Constitución, de donde los tunos partieron, ante la expectación de los paseantes del burgo, los curiosos y los añorantes, y el silencio de los músicos callejeros.

El alcalde, Antonio Vázquez, y varios concejales (José Luis González, Jesús Rodríguez, Luis Almena...) se sumaron a la espera. Como la representación de la Junta.

El pasacalles se desarrolló por Santa Clara, Sagasta, el Fresco, Mariano Benlliure y la Plaza Mayor, de convocatorias y soledades, donde las agrupaciones -la juventud y la veteranía, el empuje y la sabiduría, aparecían en algunas de ellas- realizaron un alarde de sus alegres cantos y de sus vistosas evoluciones. La Rondalla Benaventana, con mucha marcha, abría camino. Sonaron los primeros aplausos.

Seguía Económicas y Empresariales de Valladolid. La Tuna de Zamora, integrada por 17 componentes, en tercer lugar. Y, después, Avila. Para empezar, \"los abulenses \"Zamora de madrugada\"... El repertorio musical -los temas clásicos y los menos conocidos- resulta inagotable. Algunos, como los de Académica de Braganza y Vitoria, aparecieron con más tardanza. Y, así, se incorporaron a la ronda.

Los tunos rondaron a las mujeres zamoranas -a una representación- que se hallaban situadas en el Viejo Consistorio. Entretanto, otras agrupaciones animaban el ambiente en distintos puntos de la plaza Mayor. Caía la noche, con un firmamento limpio de nubes, y los sones concentraban a los ciudadanos -formaban corro, pasillo, lo que hiciera falta- en el viejo ágora. Se escuchaban los aplausos: espontáneos.

El espacio se llenaba de ritmo y color. Las banderas de los tunos ondeaban. Iban de aquí para allá. Parecía una celebración como las de antaño. El jurado tomaba buena nota. El masculino puntuaba los pasacalles. El femenino calificaba, al parecer, la ronda. Ninguno lo tuvo fácil. El veredicto queda para mañana. Hay mucho que considerar... La recepción oficial, también, pero después. Se lo merecían. «La gente ha respondido y ha disfrutado. No se movía de su sitio. Aplaudía a rabiar», afirmaba un portavoz de los organizadores zamoranos.



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